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Celebraron la muerte una vez más y nunca nadie pidió disculpas

En la Historia los hechos se reiteran, no en utópica repetición de acontecimientos, sino en principios rectores, líneas conductuales, vectores del pensamiento y felices o nefastas coincidencias.

Hace 69 años se produjo un intento de golpe de estado de perversión inédita: una flotilla de aviones arrojó bombas sobre una ciudad que no estaba en guerra y que a esa hora estaba en plena actividad.

Las bombas y las ráfagas de ametralladoras hicieron impacto sobre la población civil que se encontraba en Plaza de mayo y alrededores.

Los fríos números varían en cuanto a la cantidad de muertos y heridos, la mayoría de los investigadores y medios de prensa hablan de 380 (trescientos ochenta) muertos (identificados) y 800 (ochocientos) heridos. Apocalípticas imágenes de cuerpos (sin identificación) destrozados y mutilados por esquirlas.

Esta masacre fue pergeñada por civiles y uniformados, entre los primeros podemos citar a Américo Ghioldi (social demócrata), Miguel Zavala Ortiz (radical), Oscar Vichi (conservador) y los nacionalistas católicos: Mario Amoedo y Luis María de Pardo. Ubicados entre los segundos encontramos a: Toranzo Calderón, Enrique Noriega, Olivieri Emilio Masera y Horacio Mayorga.

Sobre los empleados trabajando cayeron las bombas, sobre familias paseando, sobre vehículos (autos, troles, colectivos) repletos llovieron balas y proyectiles. Sobre un ómnibus que llevaba estudiantes de paseo, reventaron las esquirlas. Y ganó la muerte.

Los obreros que defendían la institucionalidad con palos fueron barridos con ráfagas de ametralladoras.

Para las 16 horas los sediciosos, habían sido vencidos. El objetivo era matar a Perón y derrocar al gobierno popular y democrático. Esos “respetables” militares y civiles se entusiasmaban pensando que los peones, los trabajadores y los cabecitas volverían a los indignos lugares de los cuales nunca debieron salir.

En cuanta a las nefastas o felices coincidencias podemos mencionar que 110 tripulantes y 39 aviones fueron a Montevideo, pues recordaron que en la república Oriental existían los “derechos humanos”, fundamentalmente el asilo político. La muerte es la protagonista de los sucesos (nos recuerda la exhibición de los paquetes mortuorios de manifestaciones recientes), el intento der magnicidio (hecho no investigado cabalmente) contra la exVicepresidenta.

El Poder Judicial sellaría la impunidad, después der septiembre de 1955, luego de separar de sus cargos a los miembros de la Corte Suprema y al Procurador General de la Nación.

De todas las opiniones y reflexiones sobre estos hechos elegimos a dos, por el peso de sus palabras y la rigurosa actualidad de las mismas: John Williams Coke: “el sacrificio que hicimos al contener nuestras ansias de salir, gritar la indignación y el dolor que nos provocaba la muerte impiadosa de los hermanos segados por la metralla, solo ha servido para que núcleos reaccionarios, políticos superados por el tiempo y la historia y grupos añorantes de un pasado de explotación y coloniaje, se entregaran a la despreciable tarea de crear un clima de perturbación, conducente a destruir las conquistas populares logradas en  años de lucha, esfuerzos y sacrificios”. Esto que fue escrito en agosto de 1955 refleja Cabalmente la situación actual.

Ernesto Guevara: “Olivieri o Pastor, o el que fuera, tirarían o tirarán contra el pueblo o a la primera huelga seria y matarán a cientos de «negros» por delito de defender sus conquistas sociales y La Prensa dirá muy dignamente que es ciertamente muy peligroso el que trabajadores del país se declaren en huelga”

Hoy nuestra Patria está viviendo la gestión más neocolonial (entrega ideológica y económica) que también, cómo en aquellas épocas de 1955 se consolida negando la democracia y utilizando “la violencia de arriba” para reprimir las protestas (constitucionalmente aceptadas) que reaccionante el más atroz quite de derechos.

Prof. Celeste Pérez. Rectora del Instituto de formación Política del P.J. Entre Ríos.

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