Los ruidos intensos y repentinos pueden generar angustia, sobresaltos y crisis en niños y adolescentes con discapacidad, especialmente quienes se encuentran dentro del espectro autista. Estas personas son altamente susceptibles a sonidos fuertes, pues está presente la hipersensibilidad auditiva o hiperacusia, lo cual se caracteriza por una sensibilidad aumentada a los sonidos habituales, que pueden ser incómodos o incluso dolorosos para estas personas.

En el caso de las personas con autismo, se recomienda:

Anticipar lo que va a ocurrir: anticipar cuándo y dónde se van a producir estos ruidos con apoyos visuales, con pictogramas o con historias sociales.

Uso de auriculares: emplear protectores auditivos que bajen el nivel de presión acústica.

Alejamiento: si sucede de manera inesperada, alejarse de la fuente de ruido.

Adultos mayores y animales

Este tipo de sonidos también pueden afectar a personas adultas mayores, quienes pueden sufrir alteraciones nerviosas, cardíacas o episodios de desorientación. Además, los animales de compañía pueden padecer miedo extremo, desorientación e incluso huir de sus hogares. En los animales, la pirotecnia provoca miedo e incluso miedo, cuando se produce una respuesta desproporcionada por miedo. El oído de muchos animales es considerablemente más sensible que el humano, por lo que las explosiones de fuegos artificiales no sólo les resultan más perturbadoras, sino que les pueden dañar más gravemente su capacidad auditiva.