La empresa Granja Tres Arroyos (GTA) vuelve a estar en el centro de la polémica tras incumplir el acuerdo alcanzado hace apenas tres semanas que puso fin a uno de los conflictos laborales más significativos de la región. Según denuncian los trabajadores, la compañía no solo se está atrasando en el pago de quincenas y vacaciones, sino que además ha despedido a dos empleados, violando el compromiso de no realizar cesantías a cambio de la rebaja salarial aceptada por el personal.
Los despidos, calificados como «discriminatorios» por representantes de los trabajadores, afectaron a dos operarios que manifestaron quejas sobre las condiciones laborales en el sector de norias. Según trascendió, los telegramas de despido enviados por la empresa utilizan argumentos desproporcionados, mencionando como antecedentes incidentes menores ocurridos hace 13 años, lo que evidenciaría el carácter persecutorio de la medida.
«La empresa está violando la paz social con el no pago de salarios y los propios despidos», señalaron fuentes cercanas a los trabajadores, quienes ya han iniciado una colecta para apoyar a las familias afectadas. Mientras tanto, GTA argumenta que fueron los empleados quienes violaron «el acuerdo marco y la paz social», versión que los trabajadores rechazan categóricamente.
La situación actual contrasta notablemente con el discurso de «crisis» que la empresa utilizó durante el conflicto. En las últimas semanas, las compañías avícolas, incluida GTA, han logrado abrir nuevos mercados internacionales en Corea del Sur y Filipinas, mientras que el precio del cajón para venta al público ha experimentado un aumento significativo. «¿De qué crisis hablan?», se preguntan los trabajadores.
El malestar entre los aproximadamente mil empleados de la planta crece día a día. Además de la reducción salarial, denuncian que ahora se exigen mayores ritmos de producción. La empresa también estaría presionando para que los trabajadores firmen individualmente la renuncia a un plus salarial que constituye un derecho adquirido.
La estrategia empresarial parece orientada a dividir a los trabajadores y aislarlos dentro de la fábrica, contrarrestando el impacto de la histórica lucha que llevaron adelante hace tres semanas, cuando realizaron asambleas, paros y movilizaciones que contaron con un masivo apoyo de la comunidad de Concepción del Uruguay.
Frente a esta situación, algunos grupos de trabajadores ya han comenzado a organizarse. Una delegación de «Las Leonas» (como se autodenominaron las trabajadoras durante el conflicto) viajó a la marcha del 8M en Buenos Aires, y un grupo de empleados se presentó en el sindicato para exigir a la conducción de Klenner que «deje de entregar y convoque una asamblea y plan de lucha».
En un contexto nacional donde crecen las protestas contra las políticas de ajuste, el conflicto en Granja Tres Arroyos podría convertirse nuevamente en un símbolo de resistencia laboral si los trabajadores logran retomar la unidad que los caracterizó, poniendo como prioridad el pago de salarios, la reincorporación de los despedidos y la garantía de estabilidad laboral para todos los empleados.
