Desde la semana próxima, los automovilistas verán un cambio histórico en la Argentina: comenzarán a circular autos con nuevas chapas patentes fabricadas por una empresa privada, después de años bajo la órbita estatal.
La firma Tönnjes Sudamericana —una sociedad entre la alemana Tönnjes M.O.V.E.R.S. y la argentina Boldt— ganó la licitación para fabricar más de 300 mil dominios. La producción ya está en marcha en una planta ubicada al lado de la cancha de Boca Juniors.
Este regreso de Boldt al negocio implica una revancha: fue desplazada en 2012 durante el kirchnerismo, tras negarse a colaborar con el esquema que terminaría en el escándalo de Ciccone. Ahora, con el respaldo del gobierno de Javier Milei y su plan de achicar el Estado, la empresa recupera protagonismo.
La caída de Casa de Moneda —sin materiales y sin capacidad operativa— abrió la puerta a esta privatización. Y no es la única: en paralelo, el Gobierno reubica oficinas estatales para bajar alquileres, transfiere rutas a las provincias y hasta revisa el rol del Estado en empresas privadas donde aún mantiene participación.
El cambio de chapas es apenas la primera señal visible de una Argentina que avanza hacia un modelo de gestión pública mucho más reducido.
