Este sábado fue una fecha que quedará grabada en la historia del Ferroclub Central Entrerriano. Mientras en la Plaza Ramírez se celebraba el IV Encuentro Regional de Museos —al que la institución asistió por primera vez en dos años—, la sede del Ferroclub en Bulevar Los Constituyentes 450 cobraba vida con una propuesta tan sencilla como entrañable: tortas fritas de vigilia, paseos en zorrita y el calor de una comunidad unida por la pasión ferroviaria.
En una jornada marcada por el frío y el cielo nublado, el Ferroclub volvió a ser faro de encuentro y memoria. La venta de tortas fritas, donadas con generosidad por la familia de Roberto Zapata, no solo alimentó el cuerpo de quienes se acercaron, sino también el alma del club, gracias al amor y entrega con que fueron elaboradas por Julia y sus hijas, Analía y María de los Ángeles.
A la par, en la Plaza Ramírez, jóvenes miembros del club mostraron con orgullo parte del patrimonio ferroviario uruguayense: un simulador interactivo, fotografías antiguas y revistas especializadas cautivaron a transeúntes de todas las edades, despertando curiosidad y entusiasmo por la historia del riel.
De regreso en la sede, el sonido del traqueteo de la zorrita emocionó a decenas de niños que vivieron su primer paseo sobre rieles, guiados por Camilo Martín, siempre dispuesto a llevar adelante esta experiencia mágica. Todo esto fue posible gracias también al valioso aporte de Javier Almirón, quien prestó la garrafa que alimentó el quemador para las tortas fritas.
El Ferroclub agradece profundamente a los medios locales por difundir esta actividad, así como a cada vecino y vecina que se acercó a compartir, comprar, reír y formar parte de una jornada que fue mucho más que un evento: fue un acto de amor por la historia y el patrimonio local.
«Terminamos el sábado sabiendo que, aunque estuvimos en dos lugares al mismo tiempo, nuestro corazón siempre estuvo en el mismo: en la historia, en la memoria, en el ferrocarril», expresaron desde la institución. Y concluyeron con una certeza que los guía: «el tren no se detiene, y nosotros, tampoco».