La privación de sueño es una necesidad básica que, al no ser satisfecha, puede acarrear serios problemas de salud mental como cansancio, angustia, ansiedad, irritabilidad, problemas de concentración y depresión. Incluso, se sabe que la privación del sueño ha sido utilizada como una forma de tortura durante interrogatorios. Sin embargo, este tipo de privación no es solo un tema de manuales de tortura, sino una realidad para muchos vecinos del barrio La Fraternidad/Universidad de Concepción del Uruguay, quienes están sufriendo desde la restauración del campanario de la universidad.
El campanario, que fue reactivado a fines de 2023 y retomó su funcionamiento desde el 14 de mayo de 2024, en conmemoración de los 146 años de la institución, opera diecisiete horas diarias, desde las 7 hasta las 24 hs, con intervalos de quince minutos. Este constante sonar supera los niveles de decibeles permitidos para garantizar el descanso de la población, limitando a los vecinos a dormir solo durante un margen de siete horas. Esta situación no solo contraviene las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que sugiere al menos ocho horas de sueño, sino que también vulnera la libertad de elegir cuándo y cuánto tiempo descansar.
La respuesta de los vecinos afectados es diversa. Mientras algunos, cuya rutina de descanso no se ve alterada, muestran complacencia, muchos otros relatan serias dificultades. Entre ellos se encuentran personas con enfermedades graves, individuos con autismo, trabajadores de salud con turnos nocturnos y otros a quienes el ruido les impide descansar y trabajar desde sus hogares, afectando seriamente su calidad de vida.
Los vecinos damnificados han enviado múltiples solicitudes formales a la Universidad de Concepción del Uruguay, pidiendo la reducción de los decibeles y las horas de funcionamiento del campanario. No obstante, la respuesta de la universidad ha sido que «no existe la menor intención de afectar o perturbar la tranquilidad del vecindario». Esta postura ha sido percibida como insensible e indiferente, especialmente considerando que el funcionamiento del campanario está amparado bajo el decreto municipal Nro. 9.018/86. Los vecinos se preguntan por qué no se realizaron estudios de impacto ambiental ni se contemplaron los niveles de ruido y horarios regulados por la ley nacional.
Además, los intentos de diálogo personal con la institución han sido infructuosos. Aunque el personal de gestión ha mostrado comprensión, el rector de la universidad, Dr. Héctor César Sauret, se ha negado a recibir a los vecinos, delegando respuestas a través de terceros. Esta actitud ha sido interpretada como una falta de empatía y una muestra de insensibilidad hacia un derecho básico y fundamental como es el descanso.
Los vecinos afectados continuarán buscando soluciones y esperando que las autoridades universitarias reconsideren su postura, buscando un equilibrio entre la tradición y la calidad de vida de la comunidad. La comunidad espera que el rector, reconocido por su trayectoria académica y valores promovidos, actúe de acuerdo a los principios de libertad y justicia, y no se empecine en mantener una situación que afecta negativamente a tantos ciudadanos.