Es inadmisible que en un país con el 55% de la población por debajo de la línea de pobreza y un 18% de indigencia, sea la justicia la que obligue al Gobierno nacional a repartir los alimentos que tienen guardados.
Anuncian como si se tratara de un cruce de chicanas, que van a apelar el fallo, cuando en realidad se les debería estar cayendo la cara de vergüenza. Es un gobierno que considera la crueldad como un valor, sin sensibilidad social, si ningún gesto de solidaridad hacia el otro.
Se lo dijeron los movimientos sociales, las organizaciones que llevan adelante comedores comunitarios en los barrios, se los dijo el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y ahora se los dice la justicia, pero es una cuestión de sentido común. Los alimentos deben estar en manos de quienes lo necesitan y no escondidos en un galpón.
Así como se sentaron arriba de los recursos y licuaron el poder adquisitivo de la gente para aplaudirse entre ellos un superávit trucho que se cae a pedazos, cometen la miserabilidad de retener 5 mil toneladas de alimentos esperando a que se pudran para castigar al segmento más vulnerable de la población.
Es preocupante el nivel de disociación de la realidad que tienen el presidente Milei y sus ministros, organizando fiestas privadas para darse el gusto, mientras le gente está cada vez peor; y es preocupante también la posición del gobernador Frigerio, que se proclama incondicional del gobierno nacional. Dijo, mientras comía en el programa de Mirtha Legrand, que le quita el sueño la gente que no puede comer, bueno, que aproveche el desvelo para gestionar el reparto de alimentos, así puede dormir tranquilo.
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